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viernes, 22 de noviembre de 2019

BASE ALIEN EN IRLANDA





No demasiados kilómetros más allá se encontraba la Base Aérea Bentwaters (Inglaterra), que por aquel entonces utilizaba la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, se registraron fenómenos extraños en los cielos que al parecer se mantuvieron durante 48 horas. Los testigos, tanto civiles como militares, fueron muchos. Hay que decir que en la zona norte de dicho bosque no había una, sino hasta dos bases militares: la Base Aérea Bentwaters y la de Woodbridge, que juntas conformaban la base de la OTAN en Suffolk. Es importante este matiz porque siempre se alude a la cualificación de los testigos, y en este caso hablamos de testigos altamente cualificados en una de las zonas más protegidas de todo el Reino Unido.

Éstos aseguraron ver unas extrañas luces en el cielo, concretamente desde la puerta este de la base militar. Los primeros en denunciar el hecho fueron los integrantes de una patrulla de seguridad. Lógicamente al principio no pensaron en nada extraño; de hecho la primera hipótesis era que se hubiera estrellado un avión en mitad del bosque. Por este motivo poco después fueron al lugar del supuesto accidente varios militares y la situación cambió, ya que entre los árboles advirtieron la presencia de unas luces que se movían a gran velocidad entre la vegetación. Y fue entonces cuando comenzó la parte más extraña de este suceso…

Penniston se jubiló en 1993, y entonces habló… y afirmó que al poco de tocar la nave, a su mente empezaron a llegar imágenes, una suerte de código binario con el que estuvo soñando en los días siguientes al extraño avistamiento. La cuestión es que años más tarde entregó el papel en el que había escrito el mensaje a un programador informático, y éste, sorprendido, reveló el siguiente mensaje:
«Exploración de la Humanidad, 52°09´42.532? N, 13° 13´12.69? W. CONTI (NUA). PARA AVAN (CE) PLANETARIO». Lo más sorprendente es que las coordenadas correspondían a una isla llamada HY Brazil, que se hundió hace cientos de años en las costas de Irlanda, y en la cual los mitos aseguraban que, como si de una suerte de Atlántida se tratase, habitaba una humanidad superior. El caso sigue siendo el paradigma de suceso sin explicación, y la isla sigue siendo buscada…

Antes conviene advertir que varios pilotos que observaron la anomalía desde el cielo, aseguraron que se trataba de una formación metálica cónica, que surgía sobre un círculo azul y entre una espesa niebla de tonos verde-amarillentos, que descendió hasta las copas de los árboles del bosque. E incluso advirtieron que en el momento en el que estaban viendo el artilugio empezaron a notar convulsiones y malestar corporal.

La historia dio un giro radical cuando uno de esos militares, el sargento James W. Penniston, al adentrarse en el corazón de Rendlesham se topó, como aseguraría años después, «con un artefacto de origen desconocido aterrizado». Penniston, sin dudarlo, se acercó a la supuesta nave y ni corto ni perezoso decidió tocarla. Y fue entonces cuando «noté una sensación de calor agradable y empecé a ver unos extraños símbolos en el fuselaje de la misma». En ese instante, el aparato, como si el testigo hubiese pulsado un resorte invisible, inició el vuelo, iluminando de nuevo la zona y permitiendo a Penniston observar lo que parecía ser un tren de aterrizaje de forma triangular.

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