Normal Cousins fue redactor jefe de The Saturday Review y le diagnosticaron espondilitis anquilosante, una forma de artrosis especialmente dolorosa. Por entonces, Cousins tenía nociones sobre los efectos de las emociones en el cuerpo, lo que le condujo a complementar su tratamiento médico con el visionado de películas de cámara oculta y cintas de los Hermanos Marx. La risa tal como descubrió, le aliviaba el dolor, permitía ganar en vitalidad e incluso influía sobre sus procesos inflamatorios y las analíticas sanguíneas. La publicación de sus caso en The New England Journal of Medicine supuso un revulsivo en el terreno de la investigación, aún cuando el propio proceso de la risa sigue siendo un misterio y sus virtudes terapéuticas se vengan observando desde hace miles de años. Una de las causas que explicaría porque la risa no ha entrado antes en el sistema médico occidental, quizá sea la percepción social de que no es un tema serio. Ante el dolor causado por una enfermedad no es fácil aceptar el humor como medicina. Sin embargo, en las últimas décadas se han dado grandes avances y ya comienza a ser frecuente que los centros hospitalarios y las facultades de medicina acojan seminarios o talleres prácticos sobre este tema.
Como actúa:
- Estimulando el sistema inmunitario.
- Aliviando el dolor, quizá por la distensión muscular que provoca o por su capacidad para desviar la atención del paciente.
- También se ha especulado con que favorezca la liberación de endorfinas, lo que explicaría su efecto sedante y relajante.
- Contribuye a la ejercitación muscular, especialmente del diafragma, provocando un aumento de la frecuencia cardíaca y una mayor oxigenación celular.
- Esta actividad extra se ve seguida de un efecto relajante a nivel muscular, eliminando tensiones. En analíticas se ha observado una bajada en los niveles de cortisol, clave del estrés.
- Mejora la comunicación entre paciente y médico.
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