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lunes, 12 de marzo de 2018

Kasputin Yar se revela




La paulatina apertura de sus archivos clasificados está poniendo en evidencia algo que, por otra parte, era un secreto a voces en la comunidad ufológica ,y es que en la antigua Unión Soviética estaban mucho más preocupados de lo que decían por el tema ovni. En plena guerra fría, un supuesto incidente similar al de Roswell puso en jaque a la defensa aérea comunista.

Las obras del polígono Kapustin Yar, el que debía ser el ultrasecreto centro de experimentación de los primeros prototipos de aviones a reacción y misiles balísticos soviéticos, se iniciaron el 13 de mayo de 1946 y finalizaron el 3 de julio de 1947. Con una superficie de 2.600 km2, la instalación estaba situada en un desolado páramo de la región de Astracán, a 100 kilómetros de la que entonces era la arrasada Stalingrado y hoy en día es Volgogrado.

El hecho de estar ubicada en el escenario de una de las batallas más sangrientas de la historia no es baladí. En realidad una de las primeras cuestiones que los servicios de inteligencia occidentales y la comunidad científica soviética se plantearon fue por qué se había elegido esa extraña localización.

Entornos aislados que aseguraran la necesaria confidencialidad los había a centenares en la enorme extensión de la Unión Soviética; desde Siberia a las estepas de Mongolia pasando por el inhóspito Kazajistán donde, por cierto, poco después se instalaría el cosmódromo de Baikonur.

Pero Kapustin Yar estaba a un centenar de kilómetros de una ciudad en ruinas que hacía menos de tres años había sido el escenario de una carnicería con 1.100.000 de bajas rusas, 450.000 alemanas y 1.500.000 de civiles.

De hecho, cuando se iniciaron los trabajos de construcción del centro, lo que quedaba de Stalingrado aún guardaba bajo sus hierros retorcidos y sus cascotes requemados decenas de miles de cadáveres sin recoger. Cualquier atisbo de infraestructura civil había desaparecido y sus alrededores estaban preñados de residuos tóxicos de todo tipo así como de miles de bombas sin explosionar.

Sería el último lugar en el que una potencia emergente como la Unión Soviética desearía instalar su más importante centro de investigación aerospacial. En términos logísticos y de funcionalidad la elección de Kapustin Yar no tenía ninguna razón de ser… Salvo que quienes decidieron construirla allí tuvieran en cuenta otros criterios que no fueran estrictamente los logísticos.

STALIN QUERÍA UN PLATILLO

La versión “oficial” de la inteligencia soviética era que, en el frenesí de la reconstrucción de Stalingrado y en el inacabable ir y venir de grúas y camiones, sería más fácil que pasara desapercibida la construcción de un complejo balístico. Sin embargo, la realidad era otra y apuntaba a los designios del todopoderoso Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, el mismísimo Iósif Stalin.

Stalin quedó impactado por lo ocurrido en la región siberiana de Tunguska el 30 de junio de 1908, cuando un objeto espacial cayó en la zona y provocó la considerada como mayor explosión de origen desconocido sufrida por el planeta.

Según estudios posteriores, en aquel incidente una bola de fuego calentó el aire circundante a 16 millones grados antes de estallar a unos ocho km de altura sobre la vertical de Tunguskacon una potencia equivalente a mil bombas atómicas, derribó 80 millones de árboles en un área de 25 km alrededor y la onda expansiva circundó la Tierra dos veces. De hecho, más de un siglo después, sus efectos aún son visibles en la zona afectada.

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