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lunes, 11 de junio de 2018

La batalla de Talas





Revisando un mapa de Asia Central se observa que la mayor parte del territorio -dividido en múltiples repúblicas- es de origen islámico.

Algo que puede resultar un tanto sorprendente si se tiene en cuenta que esa región se hallaba históricamente en el área de influencia de Rusia, con la que colinda en casi todo su perímetro, y de China con la que también comparte un considerable tramo de frontera.

La causa hay que buscarla en un colosal cho que armado entre el ejercito chino y el musulmán en la edad media: la batalla de Talas.

También conocida como batalla de Artlach (Dalousi en la versión china), tuvo lugar en el verano del año 751 d.c. a orillas del río, en el territorio de lo que hoy es Kirguistán, pero muy cerca de una ciudad de la vecina  Kasajistán, aunque el lugar exacto donde se desarrollo se desconoce.

La arqueología tiene un objetivo ahí que además sería muy jugoso porque las fuerzas implicadas alcanzaron proporciones formidables en comparación con un cuarto de millón de combatientes en liza.

La rivalidad entre el Califato imperial y la dinastía imperial por hacerse con el control de la zona fundamental porque por allí pasaba la ruta de la seda, ya se había plasmado previamente con otros enfrentamientos bélicos menores.

Los monarcas licales buscaban la alianza con unos u otros y la chispa definitiva surgió en el valle de Ferghana, donde en el 715 el rey Ikshid fue depuesto con la ayuda del anterior califato Omeya, en beneficio de Alutar en favor de sus intereses.

El destronado soberano acudió a pedir ayuda al emperador Wu, quien envió un contingente de 10.000 hombres, expulsó al usurpador y devolvió la corona a Alutar; en el proceso fueron masacradas varias ciudades, creándose un clima adverso a los chinos,

Dos años después fueron los árabes quienes enviaron tropas en una razia por territorio chino, quien respondió recurriendo a los karlukos. Eran un pueblo de origen turco originalmente nómada pero entonces ya asentado al sur del mar Aral y dedicado a la actividad mercenaria.

Con el tiempo, los karlukos terminaron convirtiéndose al islam y con ellos casi todos los pueblos de la región, aunque en la practica Asia Central esa religión convivió con budismo y el cristianismo ortodoxo.


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