La fachada principal aparece encuadrada entre los sillares de las esquinas, con basamento igualmente de sillería, y la cornisa de remate esta decorada, sobreponiéndose a cinco vanos adintelados, siendo el central la portada principal. Destaca se rejería artística de los balcones y su sencilla pero encantadora cornisa.
Tras pasar por las manos de los marqueses de Cabra (aunque allí solo vivió la marquesa consorte de Cabra), el palacio ha tenido diferentes remodelaciones y usos, como lo que lo convirtió en escuela a principios del siglo XX y, tras la Guerra Civil española en casa de Acción Católica, durante esta última etapa hasta mediados de la década de 1980.
Ya en 1990, la Junta de Andalucía lo restauró, pese a que las obras se demoraron hasta 2004, inagurándose al año siguiente, siendo hoy día sede del Archivo municipal de Almería.
Pero regresemos al pasado para conocer una tragedia que marco la historia de este palacete. Fue en 1879 cuando por un error en su arquitectura que hizo que uno de los pilares cediera, desplazándose la cúpula que cubría el patio principal, la cual cayó verticalmente sobre el resto del inmueble, parte del edificio se vino abajo. La zona más afectada fue una habitación donde en ese momento se encontraban María Greppi (viuda de José Jover, dueño de la mansión), y tres personas más. Los cuatro fallecieron entre los escombros.
Pues el caso es que desde hace años, a pie de calle, se habla de la leyenda de las apariciones de aquel cuarteto de victimas dentro del edificio, ocasionando una viva fenomenología paranormal.
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