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martes, 8 de agosto de 2017

Crónicas del Chupacabras

Los orígenes
En Febrero de 1995, los medios de comunicación de Puerto Rico comenzaron a publicar informaciones sobre un misterioso depredador que atacaba a los animales de granja, sobre todo en las zonas rurales de la isla. Los ganaderos que tuvieron la oportunidad de contemplar a la criatura que estaba diezmando sus cabañas, lo describieron como un ser bípedo, cubierto de pelo y con enormes ojos rojos que brillaban como linternas en la oscuridad. Pero lo más intrigante no era su terrorífico aspecto, ni siquiera la enorme fuerza que había demostrado al romper puertas y rejas de metal para acceder a sus presas, sino el hecho de que no tocaba la carne de los animales que mataba. Únicamente les succionaba la sangre a través de una pequeña incisión en su pescuezo, por lo que la prensa bautizó al desconocido depredador con el ridículo nombre de <<chupacabras>>.


Durante ese año los ataques se circunscribieron al ámbito de la isla del encanto, pero a principios de 1996 episodios similares comenzaron a suceder en el territorio continental de EEUU, principalmente en el estado de florida. El 8 de Febrero, aparecieron 42 animales muertos en una finca de Homestead (Miami), sin una gota de sangre y con la característica incisión en el pescuezo. Un mes después, el 9 de Marzo, el hecho se repitió en Sweetwater, un suburbio al oeste de la ciudad, de modo que los periodistas locales empezaron a publicar artículos refiriéndose a la extrañeza de estos sucesos. Virgilio Sánches Ocejo, presidente del Miami UFO center, una conocida organización ufológica, formó una comisión para recabar todos los datos disponibles sobre las inquietantes agresiones a animales.

Así recuerda Virgilio Sánches su primera toma de contacto con el enigma: <<La tarde del 12 de Marzo de 1996 me presenté en el lugar donde estaban ocurriendo los ataques. Era una pequeña finca propiedad de la famailia Govea, detrás del colegio Belén, en los alrededores de Sweetwater. Otros miembros de la comisión, como Manuel Figueroa y el doctor Roberto Orozco, ya se encontraban allí; tambien había gente de la radio y la televisión, además de muchos vecinos de la zona. Lo que vi me impresionó. Una cantidad de animales muertos estaban esparcidos por el terreno de la finca. Todos aparecían desangrados, con un par de orificios en el cuello. No había manchas de sangre en el suelo ni desgarramientos u otros signos de violencia en el cuerpo de las bestias. Se trataba de algo verdaderamente extraño. Además, no tardamos en averiguar, después de hablar con un buen numero de moradores de la zona, que hechos semejantes habían ocurrido en otras casas cercanas donde había animales.

En aquellos días, Miami sufría los efectos de una tormenta invernal. Las lluvias habían provocado que el terreno se conservara húmedo, por lo que las huellas del enigmático depredador eran muy visibles. Sánchez Ocelo hizo moldes de escayola de buena parte de las mismas. <<Para nosotros, los investigadores -el ufólogo-, el verdadero problema comenzó al día siguiente de tomar las muestras, pues lo periódicos publicaron que las autoridades responsabilizaban de las agresiones a algún perro asilvestrado. Yo miraba las réplicas de yeso de las pisadas que tenía en mi poder, que median 13cm. de largo por 10 de ancho, preguntándome qué clase de can podía dejar una huella así>>.

La explicación de que el depredador de marras no era más que algún perro salvaje ha sido sostenida por las autoridades locales hasta el día de hoy, pero el doctor Roberto Orozco discrepa de esta conclusión. <<La hipótesis partió del administrador del zoológico a fin de poder cobrar los seguros de los animales, pues varios pertenecientes a esta institución también fueron "vampirizados". Era evidente que no se trataba de canes asesinos, pues estos no consumen la sangre de sus victimas>>.

La investigación del caso comenzó a tornarse compleja, en especial por la actitud de las autoridades, que se aferraban a su primera versión, ridiculizando ante prensa a todos aquellos que sostenían una propuesta diferente.<<La gente que vivía en la zona de las agresiones sabían que la explicación de perro era ridícula -afirma Sánchez Ocejo-, y que algo muy extraño estaba ocurriendo, así que se armaron con escopetas y revólveres porque tenían miedo. Esto también afectó nuestro trabajo, pues desde entonces evitamos aparecer en la zona de las agresiones durante la noche, por miedo a que nos confundieran con el enigmático depredador y nos dispararan.

Ante el interés y la preocupación de la población por lo que estaba aconteciendo. Ron Magil, portavoz del zoológico, declaró a los medios que el asunto <<solo era algo que se había ido de proporción>> y que una autopsia realizada a una de las cabras muertas en la finca de los Govea había revelado que falleció a consecuencia de un ataque de un perro. Cuando Sánchez Ocejo llamó al doctor Alan Herrón patólogo de la Universidad de Miami que realizó la autopsia a dicha cabra, para inquirirle sobre los resultados de la misma, el médico con voz entrecortada por el nerviosismo le respondió que no podía responderle nada. <<No tengo autorización de ellos>>, acto seguido, el investigador le preguntó: <<entonces ¿quienes son ellos?, pero el galeno dio por concluida la conversación.

A mediados de Marzo, informaciones de nuevos ataques del <<depredador vampiro>> llegaron a oídos de los miembros de la comisión. Esta vez los hechos se habían producido un poco más al norte, a las afueras de Hialeah Gardens, donde se encuentra la finca de Rafael Moreno, un campesino de origen cubano que se dedicaba a la cría de animales de granja. Este confesó a los investigadores que sus animales habían sufrido varias embestidas de la violenta criatura. En la primera mató a diecisiete cabras y un cerdo; todos desangrados y con dos huecos en el pescuezo y colocados en fila, uno detrás de los otros, junto al lago que bordea la finca. <<No me puedo imaginar a un perro salvaje que actúe así, dejando a sus victimas organizadas de esa forma>>, comenta Sánches Ocejo. <<Lo que sucedió en la finca Moreno -agrega el Dr, Orozco- fue una verdadera masacre. Se trataba de ataques masivos que causaron una gran pérdida de animales. Los propietarios estaban desesperados, pues esto les estaba afectando el negocio, así que decidieron organizar guardias para dar caza al depredador.

El lunes 6 de Abril, Ron Magil y el Dr. Herrón aparecieron ante las cámaras de televisión para abrir un de las cabras de la finca Rafael Moreno. <<Es un clásico ataque de perro, como ven, la cabra tiene sangre y no hay órganos internos afectados>>, dijeron. Al día siguiente en los titulares del diario Nuevo Herald podía leerse: ¡Adiós chupacabras! ya no existes >>. Pero Sánchez Ocejo contrataaca: <<Se trató de una autopsia a una cabra muerta por causas naturales. Ellos se la llevaron de la finca, a pesar de que el señor Moreno les había advertido de que ese animal nada tenía que ver con los ataques del misterioso agresor>>. El sábado 13 de Abril, el depredador retorno a las andadas, pero esta vez Rafael Moreno lo estaba esperando. Lo vio moverse a lo largo de la orilla del lago, pues <<en la oscuridad sus ojos brillaban como dos linternas que se reflejaban en la superficie del agua>>, dijo. Y agregó: <<Le disparé varias veces y le acerté al menos una, porque emitió un alarido muy fuerte y huyó hacia los Everglades (enorme zona pantanosa)>>. Los ataques se repitieron dos ocasiones más.

Con la perspectiva del tiempo, Virgilio Sánchez Ocejo concluye: <<Afirmar que lo que sucedió allí, fue obra de uno o varios perros salvajes es no querer ver la realidad. Más tarde, esa misma explicación fue ofrecida por las autoridades de todos los lugares donde se produjeron ataques de similares características, tanto en EEUU como en México y otros países americanos.




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