Aunque podemos hacerlo no es necesario poner rumbo al Mar Muerto o reservarnos un balneario para beneficiarnos de las cualidades de la arcilla y los barros medicinales. a pesar de que su uso más conocido y extendido es el externo, aplicándola como cataplasma o directamente sobre la piel, también se impone con fuerza si ingesta controlada. La arcilla es señalada como un extraordinario remedio en la cura naturales de quistes, úlceras y sinusitis, e incluso se utiliza para tonificar la columna vertebral y consolidar la recuperación en fracturas óseas. Es evidente que existen muchas clases de arcilla, la mayoría asequibles en cualquier herboristería y cada una con una indicación concreta que debemos considerar antes de usarla.
Lo ideal sería acceder a una cantera con garantías de no estar contaminada, por eso no suele estar al alcance de la mayoría. Mejor acudir a los establecimientos que la venden seca. Al mezclarse con el agua adquiere la consistencia compacta característica del barro.
Una de las reacciones más habituales en quienes prueban por primera vez este remedio es la de percibir una aparente intensificación de los síntomas, señal de que el barro está actuando correctamente, según apuntan los entendidos. Aseguran que la arcilla actúa desde el fondo y saca todo lo que encuentra en su camino, produciendo una <<crisis curativa>> que da paso a una mejora definitiva.
Preparación para su uso:
- La arcilla debe prepararse en un recipiente y utensilios que no sean metálicos ni plásticos
- Añadir el agua lentamente hasta que el polvo quede cubierto, considerando el proceso de absorción del producto.
- Hay que dejarla en reposo al menos una hora, sin removerla, tras lo cual se prepara en cataplasma y compresas usando usando tejidos naturales, o extendiéndola directamente sobre la zona a tratar.
- Si se va a ingerir, se mezcla una cucharadita en un baso con agua mineral, reposando toda la noche y tomando en ayunas o antes de las comidas.
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