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martes, 17 de octubre de 2017

La Operación High Jump y la tierra hueca

Poco después de la Segunda Guerra Mundial, y con el ojo puesto en el cono sur debido a la gran migración de criminales de guerra nazis hacia ese hemisferio, la inteligencia de EE.UU llegó a la conclusión de que en la Antártida existían bases secretas construidas por los últimos reductos de la Alemania Nacionalsocialista en aquella parte del globo. Se desarrollo entoces la mayor operación bélica de la historia; un escenario que se vistió después como la puesta en marcha de tácticas de combate en condiciones extremas, y que sin embargo, se acabó transformando en un sinónimo de muerte y tragedia, como solo lo es una guerra.

Las autoridades norteamericanas la bautizaron como The United States Navy Antartic Developments Program, aunque ha pasado a la historia como Operación High Jump. Supuestamente se trató de un proyecto militar que pretendía llevar a cabo una serie de maniobras militares bajo las condiciones de frío más severas posibles. Pero no solo eso: además entre otros objetivos, estaba el de ubicar nuevas bases en territorio antártico, así como realizar mapas y exactas cartografías de ese territorio desconocido e ignoto, pero tremendamente rico en minerales y recursos naturales. Al mando del operativo se encontraba el experimentado almirante Richard Byrd, y el tiempo estimado para desarrollar toda la misión era de seis meses a un año. Pero se alargo más de lo previsto...

El 26 de agosto de 1946, una poderosa fuerza naval comenzó a desplegarse en el mar de Ross, ya en territorio antártico. Allí se ubicaba la base norteamericana. El poderoso contingente estaba compuesto por un portaaviones, un submarino, 13 barcos, aviones y más de 4.000 soldados. Y fue entonces cuando empezaron a ocurrir sucesos difícilmente explicables. Porque lo que debían ser unas simples maniobras en condiciones extremas, se acabó convirtiendo un una de las historias más increíbles jamás contadas, a pesar que décadas después haya quien la defienda a capa y espada. ¿Habrá algo más? Debía de haberlo. De lo contrario, como explica se el elevado numero de bajas que sufrió la Task Force 68, esto es, el contingente bélico estaunidense.

Fue entonces cuando a su regreso  de la región polar, en febrero de 1947, las palabras del almirante Richard Byrd a varios periodistas empezaron a cobrar sentido. <<Es necesario para los Estados Unidos tomar acciones defensivas contra aviones de combate enemigos que vienen de las regiones polares; podríamos ser atacados por aparatos que pueden volar de polo a otro polo a increíble velocidad. Después de aquellas declaraciones se puso fin a una operación llena de interrogantes.

Por otro lado, el hecho de que más de una década después la Navy no se interesara por el Polo Sur respondería, siempre según los defensores de la presencia nazi en el refugio antártico, a que el ataque a la supuesta base se usaron, a menos en tres ocasiones, potentes bombas nucleares, que entre otras cosas habrían contaminado el medio ambiente y provocado el archiconocido agujero en la capa de ozono. No en vano, los sismógrafos de Australia o Nueva Zelanda detectaron los movimientos sísmicos provocados por las supuestas detonaciones nucleares.

Así las cosas, la Operación High Jump se saldo con decenas de marines muertos, varios aviones perdidos o estrellados, daños en submarinos, y todo ello y siempre según la versión oficial, como parte de un programa de adiestramiento que nada tenía que ver con una guerra real.

Pero si hubo un ejercito lo bastante enajenado para llevar a cabo un proyecto de establecer bases en tierras antárticas fue el nacionalsocialista. No en vano, en unos documentos recientemente difundidos, ya advertían de su interés por teorías como la tierra hueca, que aseguraba que las entradas principales al mundo subterráneo estarían en ambos polos, cosa que los principales gobiernos conocerían sobradamente, pero habría otra serie de galerías y entradas repartidas por el orbe terrestre. En dichos documentos se podrían ver varias galerías y túneles bajo tierra que permitirían, incluso a los submarinos, llegar hasta el interior del mundo subterráneo así como otra cartografía en la que se verían ambos hemisferios, y junto ha éstos el enigmático reino de Agartha, que dicho sea de paso, ocuparía una gran porción de la superficie terrestre.

Hemos de pensar que dichas hipótesis no han sido exclusivamente esbozadas o defendidas por alucinados o autores de ficción. Es que grandes científicos como Edmund Halley, descubridor en 1682 del cometa que lleva su nombre, aseguró no solo que la tierra era hueca, sino que además como en la novela de Verne poseía océanos, una suerte de sol interno que permitiría la existencia de días y noches, e incluso aseguró que la gravedad era más benigna para el ser humano, ya que era de 6,7 Gs.

No se sabe cuantos fueron, pero los <<cazanazis>> de la fundación Simon Wiesenthal estimaron que casi 200 prófugos del régimen de Hitler escaparon a diferentes países de América del sur, y seguramente también en bases secretas en la Antártida. Algunos vivieron abiertamente su condición de nazis; otros la ocultaron bajo falsas identidades. Lo que demuestra que encontró en éstas tierras, oculto por la geografía y por la ayuda de los poderes fácticos, un punto y seguido dentro de un relato siniestro que podido llegar hasta nuestros días.


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