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sábado, 21 de abril de 2018

Animales en el campo de batalla


Es posible que la utilización de animales en el campo de batalla sea algo que a priorí no sorprenda demasiado, en la medida en la que caballos, bóvidos o elefantes han sido utilizados desde hace milenios como animales de monta arrastre. Nadie mejor que los colombófilos para entender el papel mensajero de las palomas o el de los perros en los ejércitos, ya que se han utilizado bien por su fiereza o bien en tareas de apoyo logístico, rescate, rastreo, etc.

Asimismo, no hay que perder de vista la conmoción pública que supuso para la sociedad estadounidense conocer años atrás los proyectos de adiestramiento de delfines y leones marinos que llevaba a cabo la Marina de los Estado Unidos desde la década de 1960, con el objetivo de utilizar a estos mamíferos marinos como detectores de minas submarinas y buzos enemigos, En esa misma línea, llama la atención la investigación impulsada por la Universidad de Zagreb (Croacia), con abejas, que adiestran para que contribuyan a la localización de minas anti personales  través del olfateo de TNT de los dispositivos. Incluso circulan historias que describen la utilización en territorio talibán de monos adiestrados para disparar armas de fuego, relatos de los que ya existen antecedentes -también de dudosa fiabilidad- en China en el siglo XVIII.

No obstante, hay ejemplos que irremediablemente sorprenden de especial. Esto es lo que ha ocurrido con un manuscrito datado en el año 1530 y elaborado por el maestro artillero alemán Franz Helms, un documento que cuenta con ilustraciones muy explícitas y en el que se describe la utilización de gatos y palomas en diversas estrategias bélicas. Salvando las distancias y las limitaciones tecnológicas, este manual de guerra medieval muestra auténticos "gatos bombas" provistos de mochilas incendiarias.

Fue el historiador  Micth Fraas, de la Universidad de Pennsylvania (EE.UU), quien se percató de la insólita información que contenía el manuscrito, donde se explica como palomas y gatos, dispuestos con bolsas preparadas con pólvora atadas a sus espaldas, podrían usarse como caballos de troya que sibilinamente incendiarían castillos y poblaciones fortificadas.

Aunque la propuesta pueda parecer risible, se basaba en cierta lógica. Era necesario capturar un gato o unas palomas de la población que se quería atacar, atarles los dispositivos, prenderles fuego, y esperar a que los animales salieran despavoridos y regresaran a sus hogares en busca de refugio. El fuego que portaban terminaría  provocando incendios en los castillos o ciudades las que vivían. Pero no hay constancia alguna de que tales propuestas se llevasen a cabo ni garantías de que de haberlo hecho, no muriesen antes o tomasen direcciones muy diferentes a las esperadas.

Esta historia medieval no deja de tener cierto parecido con el proyecto de los "perros bomba", un programa que resultó ser un fracaso y en el que se adiestraba a canes para se acercaran a los tanques alemanes portando bombas.

En la historia bélica de la humanidad no faltan los episodios en los que algún ejército ha envenenado con bacterias el agua o alimentos del enemigo, o bien ha buscado diezmar sus efectivos y las poblaciones que asediaban contagiándoles enfermedades mediante flechas y lanzas infectadas, o directamente introduciendo enfermos o cadáveres en territorios rival. Sin embargo, llamar la atención que también se haya hecho uso de animales venenosos vivos para crear una especie de artillería biológica.

El militar Anibal de Cartago no dudó en lanzar contra los barcos se sus enemigos recipientes de arcilla atestados de serpientes venenosas, allá por el año 184 a.c. Otro ejemplo llamativo lo encontramos unos siglos más tarde, en concreto en el año 198, cuando la población de la ciudad iraquí de Hatra logró repeler el ataque del ejército romano de Septimio Savero usando vasijas de terracota cargadas con escorpiones venenosos. No es difícil imaginar el pánico desatado entre aquellos guerreros al intentar escapar de las dolorosas picaduras mientras escalaban las murallas de la ciudad. 

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