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sábado, 7 de octubre de 2017

Espectros templarios

La localidad de Luz-Saint-Sauveur (Luz San Salvador) está situada en el departamento de los Altos Pirineos, en la región de Midi-Pyrénées. En esta histórica población se encuentra la iglesia de San Andrés, erigida entre los siglos XII y XIII por la orden del temple según algunos autores. La leyenda sitúa en el citado templo fortificado unas apariciones espectrales. A principios del siglo XIX, el profesor de historia eclesiástica, antropólogo y escritor alemán Johan Joseph Ignaz Von Döllinguer, a su paso por Luz-Saint-Sauveur, recogió de boca de los lugareños la historia de una visión fantasmal que ha perdurado hasta hoy en día: un grupo de monjes templarios, espada en mano, se aparecía en el interior de la iglesia. Al parecer, cada año justo en el aniversario del ajusticiamiento del último gran maestre del temple, Jacques de Molay, entre la oscuridad de la noche se presenta un caballero medieval armado, en actitud de combate y luciendo una capa jalonada por una cruz paté roja. Sin vacilar, se dirige a paso lento hacia el centro del templo y lanza un grito que resuena por toda la fortaleza, proclamando: <<¿Quien defenderá el Santo Sepulcro? ¿Quien liberará la tumba de Cristo?>>. Tras oírse estas palabras, cuentan que aparecen de la nada seis espíritus vestidos como el anterior. Estos se acercan al primero y gritan: <<¡Nadie! ¡Nadie! ¡Nadie!>>, para retornar sobre sus pasos y esfumarse hasta el próximo año.

Las calaveras de los ajusticiados
Garavarnie es también otro enclave misterioso perteneciente al departamento de los Altos Pirineos, en la región de Midi-Pyrénées, integrado en el Parque Nacional de los Pirineos del país galo. Según ciertos datos históricos, en 1213 Guillaume de Sertz se asentó en Gavarnie al mando de 15 caballeros templarios, además de un pequeño grupo de capellanes y hermanos sirvientes, para iniciar la construcción de una iglesia fortificada dedicada a la advocación de Nuestra Señora del Bont Port (del Buen Puerto). Dentro de este templo podemos contemplar, en un altar anexo, la imagen de Santiago Apóstol vestido de peregrino y un altar mayor de estilo barroco con columnas salomónicas, además de una vidriera que a buen seguro nos llamará la atención. En la misma se pueden apreciar 13 calaveras simbolizando, al parecer, a los templarios que los emisarios de Felipe el Hermoso ajusticiaron en 1307 en las cercanías de este lugar. Muchos dicen que estas calaveras en realidad constituyen una forma de representación sincrética del nacimiento de la iglesia, pues fueron los trece integrantes de la Última Cena y, por tanto, los primeros miembros de la religión de Cristo.

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