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jueves, 30 de noviembre de 2017

El árbol alcanforero


Localizado en la costa Pacifico, en el centro de la isla Honshu, Nagoya es la cuarta ciudad más poblada de Japón, pero también una de las más volcadas en la conservación de su entorno natural. De hecho, no hace falta salir de esta gran urbe para descubrir un bosque excepcional, integrado en el Atsuta Jinju, un santuario sintoísta orgullo de los habitantes de esta enorme área metropolitana. Los casi 200.000 mt2 del Atsuta Jingu dan para mucho, pero los visitantes de este parque suelen congregarse alrededor de éstos antiquísimos árboles y, en particular, de un alcanforero con más de mil doscientos años de antigüedad, verdadero emblema de la ciudad. Al igual que otros árboles milenarios de Japón, el alcanforero de Nagoya es un Shinboku, esto es, un árbol sagrado habitado por los espiritus de la naturaleza o Kami, como son llamadas esta entidades inmateriales en el sitoísmo. No obstante, el árbol de alcanfor posee otras propiedades de índole práctica bien conocidas, tanto en Japón como en el resto de los países de clima cálido y costero donde se viene cultivando desde tiempos inmemoriales.

Originario del extremo oriente y muy conocido en Japón, China, Taiwan y Borneo, el alcanforero (Cinnamum Camphora), es un árbol perenne de grandes dimensiones célebre por la sustancia cristalina, cerosa y con un inmenso olor acre que se obtiene de la destilación de su madera. Nos referimos al alcanfor, un bálsamo curalotodo cuyas propiedades terapéuticas eran muy apreciadas en la antigüedad. Aunque existen decenas de variedades de este árbol de la familia de las lauráceas, cuyo nombre genético proviene del termino griego Kinnamomom, que significa madera dulce, el alcanfor es común a todas ellas. Insecticida, antiséptico y aromatizante. El alcanfor posee numerosas aplicaciones tanto a nivel terapéutico como en su bien conocido calidad de repelente de insectos. Pero a las aplicaciones mencionadas podríamos añadir muchas otras, según se emplee en forma general como aceite, pomada etc. Por ejemplo, es sabido que la aplicación sobre la piel, en modo de linimento, genera una sensación de frescura inmediata, de ahí que resulte muy apreciado como analgésico local. Pero si se administra en forma de aceite esencial, el alcanfor resulta en excelente antiséptico y diurético. En efecto, pese a que el alcanfor es diurético, su uso como adelgazante está desaconsejado, sobre todo porque resulta altamente toxico a grandes dosis.

En cualquier caso, el alcanfor posee muchos más efectos beneficiosos que negativos, sobre todo en ciertas variedades de éste árbol que han sido investigadas muy recientemente. Es el caso de una especie de alcanforero cultivada en Madagascar, que demostrado una insólita capacidad anti-viral.

Conocida como ravintsara en idioma malgache este alcanforero ha desarrollado una serie de químicos que no tiene las variedades asiáticas de este árbol. Con propiedades anti-virales y fortalecedoras del sistema inmunitario, de ahí que el ravintsara esté considerado como uno de los mejores remedios en la prevención de resfriados en incluso de la gripe.


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