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miércoles, 29 de noviembre de 2017

Los espejos y la adivinación


El arte de la adivinación por medio de espejos adoptó formas muy sofisticadas en la antigüedad. No solo se utilizaban recipientes de plata, piedras preciosas y agua en un cuenco, sino también las uñas de los dedos muy pulidas. Los espejos muy bruñidos y pintados de negro en el lado convexo se consideraban excelentes instrumentos para desarrollar la clarividencia, de forma similar al uso de una bola de cristal. Las antiguas brujas de Tesalia escribían sus oráculos en espejos con sangre humana. Se cuentan que enseñaron a Pitágoras a adivinar sosteniendo uno en dirección a la luna. Catalina de Médicis y Enrique IV tenían espejos mágicos a los que consultaban con frecuencia. Alberto Magno y Cornelio Agrippa hacían predicciones con uno, así como Cagliostro. También John Dee, el mago real de la reina Isabel I de Inglaterra, utilizaban un espejo de cristal y un huevo negro de obsidiana. Algunos especialistas argumentan que, cuando la clarividencia se desarrolla, es espejo aparece cubierto por una especie de neblina que luego deja traslucir formas y colores. 


A medida que se desarrolla la habilidad de percepción, se agudizan las formas y colores, dejando entrever objetos discernibles, personas y símbolos. Para individuos con habilidades psíquicas naturales, el avance es rápido si aprenden a relajarse profundamente. Los estudiantes del ocultismo utilizan espejos para adentrarse en el mundo de los espíritus. Mirar fijamente a uno permite, supuestamente obtener visiones de los guías espirituales y ayuda para ver el aura de los demás.


En muchas sociedades tribales creían que cuando se reflejaban en el agua estaban contemplando su alma. Pensaban que podía existir separada del cuerpo, pero también que en los ríos y lagos habitaban espíritus que podían atrapar el reflejo humano capturando su alma. De ahí probablemente surge la creencia -común en diferentes latitudes- de que la persona que ve en sueños su reflejo morirá pronto, y también la superstición relativa a su poder para robar el alma. Así se explica extendida costumbre de retirar los espejos de los cuartos de enfermos, por si se llevan el espíritu de las personas debilitadas. Darle la vuelta o quitarlo cuando alguien fallece es otra costumbre derivada de la misma idea: todo aquel que se mire en el tras la muerte de una persona, pronto tomará el mismo camino. Mientras los antiguos aztecas protegían sus hogares de las brujas dejando en el umbral de la casa un cuchillo en un cuenco con agua, en la Europa de principios de siglo XVII se puso de modo llevar pequeños espejos en los sombreros para evitar los rayos del mal de ojo. En Italia se les ponía veneno sí  una bruja especialmente maléfica se había visto en él.

Las supersticiones también se extienden al campo de la adivinación. Una muchacha que mire el reflejo de la luna en un espejo podrá saber cuando se casará. Si este rito se realiza en Halloween, la joven tendrá además una visión de su futuro esposo. Por su parte, los chinos tenían la costumbre de colgar pequeños espejos en las casas para ahuyentar a los espíritus maléficos, en cambio en otras culturas se cree que los demonios y los vampiros no se reflejan en ellos porque carecen de alma. 


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