Hace algunos meses la aparición de tres cráteres gigantes en la península de Yamal (Siberia, Rusia), alertó a la comunidad científica sobre una anomalía que finalmente fue atribuida a las explosiones de gas -muy abundante en la zona- que se producen al derretirse el permafrost y subir la presión como consecuencia de un aumento de las temperaturas. Es decir, que el origen de todo puede estar, en la última instancia, en el cambio climático. Pero la detección, a finales del pasado febrero, de cuatro nuevos "cráteres del fin del mundo" en la misma zona y también en la península de Taimyr -junto a decenas de otros más pequeños- ha vuelto ha preocupar ha los expertos. En este sentido, en declaraciones a The Siberian Times, el subdirector del Instituto de Investigación de Petróleo y Gas de Moscú, Vasily Bogoyavlensky, ha pedido una investigación urgente.
Entre los nuevos cráteres, hay uno que destaca, el llamado "B2". Tal y como explicó Bogoyavlensky, las primeras imágenes no mostraban nada en el lugar; después comenzaron a aparecer más y más cráteres que se llenaron de agua y se convirtieron en lagos. Posteriormente, estos se mezclaron, hasta que finalmente quedó un único lago de 50 x 100 m rodeado por 20 pequeñas oquedades.
"Estos cráteres deben ser estudiados, pero son peligrosos para los científicos debido a las emisiones de gas, que pueden producirse en cualquier momento", declaró Vasily Bogoyavlensky, quien cree que los nuevos agujeros podrían set la consecuencia de emisiones de gas producida, probablemente el pasado verano, cuando las temperaturas eran más elevadas.
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