El misterio sale al paso siempre de modo insospechado, así profundizar en la historia medieval de Irlanda para documentar el pasado de esa región es un gran desafío. Sobre todo lo relacionado cuando la cultura celta cedió ante el cristianismo, pero consiguió impregnarlo con sus leyendas, costumbres y símbolos.
Fue en monasterios habitados por monjes de tonsura frontal -al modo de los antiguos druidas- donde apareció uno de los tesoros más famosos de Irlanda, conservado hoy en el Trinity College de Dublin. Se trata del evangelario de san Columcille, llamado libro de Kells por el monasterio donde se guardó durante siglos. Mas allá de los textos evangélicos, todo él está iluminado con símbolos y formas célticas que nos sugieren esa simbiosis cultural, pero lo verdaderamente sobrecogedor es la precisión submilimétrica de los detalles: ahí radica el misterio.
Es comparado el diseño con un billete de dolar, tiene trazos cuyo grosor es inferior al de un cabello, líneas paralelas con menos de medio milímetro de separación, infinidad de motivos que escapan al ojo humano, y todo realizado hace más de 1.200 años por monjes anónimos, con afiladas cánulas como única tecnología. ¿Cómo lo consiguieron? El misterio ha sido abordado por el profesor John Cisne, de la Universidad de Cornell. Su hipótesis es que dominaban una técnica sorprendente, secreta, que fue transmitida durante generaciones. Mediante ejercicios respiratorios, oculares y la alteración de la conciencia podían percibir la profundidad de un dibujo y ampliarlo al fusionar en su mente la imagen de cada ojo. Esta técnica, embrión del actual y popular 3D, fue desarrollada por primera vez en el siglo XIX por sir George Wheatstone, inventor del estereoscopio, o quizás no...
¿La conocieron estos monjes? Tal vez nunca sepamos la verdad, pero es innegable que una maravilla como esta técnica podo haber sido interpretado por algunos como "iluminado" por la mano de los ángeles. Un enigma sugerente que este saber volvió a surgir en los siglos posteriores.
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