Como recuerda Eliphas Lévi en su obra Los misterios de la cábala, el 13 es el número de la muerte y el nacimiento, del cambio y la reanudación tras el final. Por eso siempre ha sido considerada una cifra adversa. Tampoco en el caso de este dígito los Templarios se libraron de su influencia negativa. Recordemos que fue el 13 de septiembre de 1307 cuando la escuadra templaria levó anclas en el puerto francés de La Rochelle, en la costa atlántica, para iniciar una travesía hacia un lugar desconocido. Y justo un mes después, el 13 de octubre (viernes), el monarca francés Felipe IV, con la aprobación del pontífice Clemente V, ordena la detención masiva de caballeros.
La Rueda de la Fortuna es un símbolo que se encuentra en algunos templos cristianos, y se representa por el número 10, cifra que indica que la persona ha vivido muchas vidas y reconoce la transitoriedad de las cosas terrestres. El 10 habla del inicio de un nuevo ciclo, y e la repetición del 1, pero con la ayuda de Dios. Expresa asimismo la ambivalencia de la vida y la muerte, una alternancia estrechamente ligada al dualismo. Desde antiguo Oriente hasta san Jerónimo, a través de la escuela pitagórica, el 10 ha sido considerado número de la perfección.
Por su parte, los números 8 y 0 repiten su trazado sin llegar nunca al final. Simbolizan, por lo tanto, el poder divino y, al mismo tiempo, el material. Y aluden a la fuerza, la voluntad y el esfuerzo necesarios para modificar una situación dada.
El número 9 (noven, en latín), síntesis final y la vuelta al principio de la creación, es la cifra alquímica por excelencia. Al examinar físicamente este número vemos que se trata de una espiral que nos comunica con los infiernos, de la misma forma que el 6 es una espiral que nos conecta con los cielos. El 9 es el número de la iniciación y la cristalización de los objetivos; la imagen y la totalidad de los tres mundos, formado por tres triángulos: el cielo, la tierra y los infiernos. Para Dante Aligheri, el 9 es el número del cielo y, al mismo tiempo, símbolo del amor carnal.
Por su parte, los números 8 y 0 repiten su trazado sin llegar nunca al final. Simbolizan, por lo tanto, el poder divino y, al mismo tiempo, el material. Y aluden a la fuerza, la voluntad y el esfuerzo necesarios para modificar una situación dada.
El número 9 (noven, en latín), síntesis final y la vuelta al principio de la creación, es la cifra alquímica por excelencia. Al examinar físicamente este número vemos que se trata de una espiral que nos comunica con los infiernos, de la misma forma que el 6 es una espiral que nos conecta con los cielos. El 9 es el número de la iniciación y la cristalización de los objetivos; la imagen y la totalidad de los tres mundos, formado por tres triángulos: el cielo, la tierra y los infiernos. Para Dante Aligheri, el 9 es el número del cielo y, al mismo tiempo, símbolo del amor carnal.
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