Desde hace más de una década el mundo de los vídeo juegos se ha convertido en un termómetro de las modas, tendencias e inquietudes de la sociedad moderna y tecnificada. El volumen de negocio que está detrás de esta industria es, sencillamente, abrumador, llegando a rivalizar presupuetariamente en algunos casos con grandes producciones cinematográficas.
Cada vez es más frecuente encontrar juegos adaptados al cine y, por supuesto, resulta imprescindible que cualquier super producción que se precie, cuente con su versión de consola. El ocio digital no es si el futuro, literalmente en el presente, y sus posibilidades de desarrollo son tan grandes que incluso hay científicos que se plantean que nuestra realidad, el día a día de alegrías y tristezas en el que andamos inmersos, no sea más que una simulación por ordenador.
Has leído bien, nuestro mundo sería un mundo virtual, parte de una ociosa partida con la que un adolescente está matando el aburrimiento en el siglo XXII. Pero vayamos a un territorio muchos más palpable y sondeemos la presencia de lo misterioso en ese sector. Hay sagas, como Assassin's Creed, que con sus 70 millones de copias vendidas han popularizado más que cualquier libro o película a los caballeros templarios y a la orden de los Assassin's. Millones de jóvenes en todo el mundo acceden a una recreación de un juego de oui-ja, gracias al juego Until Dawn, que homenajea al género de terror slasher y ya es uno de los grandes éxitos de 2015.
En The Order 1886, obre maestra en gráficos y recreaciones, la trama se sustenta en una organización secreta que desde la noche de los tiempos mantiene una guerra oculta contra criaturas infernales. Por su parte, en el aclamado Grand Teft Auto V, donde la acción y las persecuciones de todo tipo adrenalizan al más calmado, encontramos una zona militar inspirada en el Área 51. La lista es interminable dando forma a un mundo virtual que con el tiempo amenaza con ser indistinguible del mundo real.
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