Buscar este blog

martes, 11 de julio de 2017

Los misterios de la tumba de Enrique VII

La prematura muerte del rey Enrique VII de Luxemburgo (1275-1313) siempre ha estado rodeada de un gran misterio, ya que se desconoce su verdadera causa, que se debate entre la enfermedad de la malaria y el envenenamiento. Por ello, se sigue indagando después de la mas reciente apertura de su sepulcro, donde están los restos del emperador del Sacro Imperio Romano en la catedral de Pisa (Italia) para esclarecer este punto oscuro de la historia.
Los resultados obtenidos por los análisis llevados a cabo por un equipo de expertos de la Universidad de Pisa han arrojado datos sorprendentes sobre la muerte de Enrique VII y han revelado la existencia de un tesoro único.
¿Fue envenenado?
De lo que no hay duda es que el monarca murió el 24 de agosto de 1313 en Bounconvento, cerca de Siena (Italia), justo un año después de que fuera coronado emperador del Sacro Imperio en Roma, y de que fue enterrado rápidamente, sin atender al tradicional proceder en estos casos.
Por este motivo, al no tener tiempo suficiente para tratar el cadáver para el transporte, quemaron su cuerpo, separaron la cabeza y la cocieron. Algo totalmente inusual.
Asimismo, los huesos de Enrique VII también fueron tratados de una forma diferente a la norma, puesto que fueron conservados en vino durante un tiempo para mejorar su preservación, para luego ser envueltos en una tela de seda, junto con una corona, un cetro y un orbe, todo hecho en plata dorada.
La reconstrucción del esqueleto ha permitido a los investigadores corroborar que el sujeto era un varón de un 1,65 m de altura, y que murió alrededor de los 40 años de edad. Además del sorprendente hecho de que sus huesos presentaban una alta concentración de arsénico, lo que podría apoyar la teoría de la muerte por envenenamiento, aunque hay que tener en cuenta que en aquella época muchos medicamentos contenían este veneno.
Un tesoro único
A esta importantes y definitivas revelaciones sobre Enrique VII se ha sumado el hallazgo de un tesoro único, la tela con la que fue enterrado el monarca. Y es que la seda, de más de 3 m de alto por 4 m de ancho, esta trabajada con una gran exquisitez. En ella aún se pueden apreciar los colores originales, un rojizo-marrón y azul, y los bordados hábilmente elaborados que representan los leones, el emblema más característico de la soberanía, y otros adornos que simbolizan el poder y que indican una clara relación con el emperador. El alto nivel de artesanía y su increíble estado de conservación convierten esta tela en un verdadero tesoro por sí misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

La ciber guerra y el Día cero

La naturaleza de la guerra está cambiando y acciones que actualmente no son consideradas como “guerra” podrían convertirse en los pr...

Entradas populares