La experiencia mística posee unos rasgos bien definidos al margen de la vía por la que se obtenga. Ésta puede producirse durante el sueño (al despertarse o al dormirse), en estados de inconsciencia por situaciones cercanas a la muerte, provocadas por accidentes o enfermedades graves con intervención quirúrgica y bajo anestesia; profunda relajación física, felicidad y paz mental; dolor físico intenso; hambre; soledad; privación sensorial y sexual; agotamiento físico o estrés emocional; ingestión de drogas (especialmente marihuana y ketamina); largos periodos de meditación rituales; rituales religiosos con cantos prolongados o danzas. Entre los rasgos más destacados descritos por quienes han tenido una experiencia mística figuran los siguientes:
- Posee la cualidad de la inefabilidad: es completamente ininteligible para aquel que no conoce una experiencia análoga
- Se asemeja a los estados de sentimiento y a la vez es un estado de conocimiento: permite la profundización en las verdades no medidas por el intelecto discursivo.
- Suele durar muy poco: posee la cualidad de la transitoriedad, enseguida se produce un regreso a la normalidad.
- Puede funcionar como un evento de conversión ejerciendo influencia en la visión intelectual y espiritual del sujeto. Por ello, actúa como una intervención curativa.
- Sensación inequívoca de unidad extática impregnada de felicidad, amor y alegría, así como plasticidad de los limites espacio temporales, es decir, sensación de que el "yo" esta simultáneamente en todas partes y en ninguna.
- Sensación de eternidad.
- Convicción de que el ego familiar no es el yo real.
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