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viernes, 15 de septiembre de 2017

Hongos: la medicina de la tierra

Además de la presencia de proteínas, carbohidratos, vitaminas B1, B2, C, y una gran variedad de minerales entre otras sustancias, lo que los convierte en muy apreciables desde el punto de vista nutricional, los hongos poseen propiedades medicinales ampliamente demostradas. Así resultan óptimos para combatir la anemia y el mal colesterol, estimular las funciones cognitivas y, en el ámbito de la estetica, cada vez son más demandados debido a su bajo contenido en grasas y su riqueza en fibras. Tampoco debemos pasar por alto sus capacidades probióticas, la cual redunda en un mejor funcionamiento de nuestro sistema inmune, ayudado a restaurar el equilibrio natural del organismo y contribuyendo  a la lucha contra enfermedades de origen autoinmune, como en los casos de la artritis reumatoide y el lupus eritematoso. Obviamente estas cualidades han despertado desde antiguo la curiosidad entre los investigadores médicos. Que han ido desentrañando los mecanismos que proporcionan las extraordinarias capacidades curativas de los hongos.

Por ejemplo, recientemente quedó demostrado que algunas variedades de hongos comestibles, entre los que destacan las conocidas gírgolas o champiñones ostra (Pleurotus ostreatus), contienen cantidades muy importantes de polisacáridos de estructura molecular compleja, a los cuales se les ha encontrado una importante capacidad antitumoral, al menos en laboratorio, donde se comprobó que dichas sustancias pueden retrasar el crecimiento e incluso disminuir el tamaño de algunos tipos de tumores, además de prevenir su formación.
En este mismo sentido, los polisacáridos, debido a su elevado contenido en citoquinas, sustancias similares a las fitohormonas, ayudarían a combatir algunos agentes infecciosos, tanto virales como de naturaleza bacteriana. Por otra parte, diversas investigaciones científicas han puesto de manifiesto que algunas especies como la pleorotus comucoplae, popularmente conocida como <<cuerno de la abundancia>>, poseen propiedades antinflamatorias, tras haberse aislado en las mismas ciertas sustancias antibióticas denominadas gicopéptidos (lectinas), que contienen aminoácidos con glucosa, arabinosa, galactosa y manosa, con capacidad fungicida y efectos relajantes, por lo que se las recomienda en el tratamiento de enfermedades dermatológicas y como cuadyuvantes en traumatismos superficiales. Finalmente, también en laboratorio, anticolesterol, hepatoprotector y antioxidante. En cuanto a los primeros, se observo una disminución en los triglicéridos de hasta un 80%, y un incremento en el indice de protección de la estructura hepática de hasta un 40%. Su capacidad como antioxidante natural, sobradamente conocida, se debe a la presencia de polifenoles.  

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