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domingo, 17 de septiembre de 2017

Heinrich Himmler: el chamán negro

Desde los periodos más antiguos, cuando la humanidad ya había abandonado prácticamente sus hábitos de vagabundeo y el modo de cazadores reproductores con el cual, por milenios, había sostenido los rudimentos de cultura que por entonces comenzaban a apuntar, aunque no en todas partes ni en el mismo momento, y empezaban a establecerse en comunidades más o menos fijas  y estables, al mismo tiempo que se establecen los primeros rudimentos de jerarquía social y de grupos de estatus, aparecieron también por primera vez las sociedades secretas.
Esto eran, desde luego, las Männerbünde, o asociaciones masculinas de guerreros y de jóvenes, que mantenían, aún en tiempos de paz o de tranquilidad relativa, sus costumbres guerreras y combativas, distinguiéndose por su comportamiento violento y agresivo, dirigido tanto contra los enemigos del grupo como frente a cualquier otro colectivo cuyos intereses o comportamiento no fuesen considerados como adecuados.

Tales sociedades secretas fueron haciéndose cada vez más reservadas y hostiles a cualquiera que tratase de intervenir contra ellas o de sorprender sus misteriosos y cada vez más ocultos comportamientos o proyectos. Expertos en el conocimiento reservado, fueron seguramente tentados muchas veces para que se unieran a estas sociedades guerreras y probablemente unos cuantos aceptaron de buen grado por el poder y el prestigio que, dentro de ellas podrían alcanzar.


Determinados analistas de este tema tan espinoso llegaron a concluir que, con el tiempo, en alguna de estas sociedades secretas se consiguió descubrir el método para desatar entre sus guerreros miembros el berserksgangr, es decir, la posibilidad de transformarlos en berserkir (guerrero oso) o ulfhednar (guerreros lobo), que revestidos con las pieles y cráneos de aquellos animales se comportaban en combate como <<guerreros-fiera>>, en los cuales se desataba un estado de furia agresiva y salvaje sobre el que no podía ejercerse ningún control y en los que no hacían mella el hierro y el fuego.


Más tarde, según parece, el perfeccionamiento de estos métodos secretos o tal vez su evolución inevitable, terminaron por transformar a los berserkir y a los ulfhednar en auténticos licántropos o en verdaderos demonios, convirtiendo de ese modo un proceso que, en principio, era irreversible, en un destino sin retorno.

Estos principio fueron estudiados por servicios como la Ahnenerbe de las SS nazis. Se comenta que el propio Himmler, el Reichsführer SS, tenía la obra principal de Otto Höfler (Kultische Geheimbünde), uno de los principales investigadores es esta materia, como libro de cabecera.

Los chamanes en estos casos -tendríamos que llamarlos Chamanes Negros- con su conocimiento altamente especializado en el acceso a estados alterados de conciencia, sobre el tránsito hacía otros universos de realidades paralelas, o respecto al control de las almas arrastradas al Otro Mundo o al Mundo de los Muertos, eran seguramente muy apreciados para llevar acabo sus proyectos de transformación en el seno de estas asociaciones y grupos secretos. Místicos y ocultistas como Karl Maria Willigut (Weisthor) al servicio de los planes asimismo secretos de Männerbünde contemporáneas como las SS nazis y sus programas de investigación instalados en la Ahnenerbe estudiaron sin duda con gran interés estos procesos y experiencias de los Chamanes Negros, igual que lo hicieron también con el chamanismo Bon-tibetano.

Así, algo del infierno y de sus demonios, entendido no desde una perspectiva religiosa concreta, sino como elementos de lo numinoso-primordial activos y dotados de un gran poder, fue traído finalmente a nuestro mundo.

Viajando hasta Bremen, en los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Allí, en la fachada de la Casa Atlantis, diseñada por Bernhard Hoetger, en la Böttcherstrasse de aquella ciudad hanseática, se levantó entre 1929 y 1931 un monumental relieve -llamado Lebensbaun- en el que se representaba a Odín crucificado sobre Yggdrasill, el Pilar del Mundo, mostrando en forma de Cruz Solar. Esta pieza única fue destruida por el fuego de los bombardeos y aunque el edificio se reconstruyó en los años cincuenta del pasado siglo, no volvió a reproducirse ni a instalarse el nuevo citado relieve.

Únicamente nos queda de esta obra misteriosa alguna fotografía, que nos muestra su impresionante factura. En ella aparece Odín clavado con los brazos en cruz sobre el Árbol de la Vida, como una lanza que hiere su costado derecho, representando en cierto modo ese sacrificio iniciático como boleto de ida a ese Otro Mundo donde se instalan las almas guerreras. En la orla que se muestra alrededor de la figura central, pueden verse los caracteres rúnicos con los que se expresa el carácter de la situación, relatada en las viejas narraciones de la Edda Poética (Hávamal, Rúnatal, verso 139).

Si ha existido en nuestro mundo un poder oscuro y terrible, es el representado por el nazismo alemán durante la primera mitad del siglo veinte. Autores como Louis Pauwels y Jacquies Bergier han descrito acertadamente ese espíritu complejo y contradictorio del nacionalsocialismo -especialmente en su primer periodo entre 1933 y 1939-, en lo que significa la llegada a nuestro mundo de <<algo>> ajeno y extraño a la humanidad. En ese mismo sentido se expresan, entre otros, los trabajos de Nicholas Goodrick-Clarke, como el sol negro. Estos acercamientos al denominado <<esoterismo nazi>> tiene muchas vertientes. Pero quizá una de las más interesantes, desde nuestra perspectiva, sea aquella que lo vincula con el abanico de conocimiento de los chamanes, en el apartado particularmente referido a las posibilidades de transformación, que el chamán utiliza para su propia iniciación o para sus desplazamientos al Otro Mundo. Estos poderes chamánicos fueron estudiados de cerca por expertos nazis de la Ahnenerbe -como el antropólogo Bruno Beger- tanto en lo que atañe al chamanismo americano y siberiano, Bon-po tibetano con sus espeluznantes rituales de carne y sangre, de los que le interesaba especialmente sus poderes de curación o transformación. Estudiosos académicos como Otto Höfler, Elizabeth Weiser-Aall, entre otros, colaboraron también a través de sus trabajos sobre las sociedades guerreras juveniles o Männerbünde en este acercamiento de los nazis a los secretos presuntamente guardados por formas antiguas de conocimiento como el chamanismo.










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