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sábado, 30 de septiembre de 2017

El albinismo en Africa

En pleno siglo XXI todavía hay personas que mueren a causa de supersticiones fuertemente arraigadas en África. Los albinos son objetos son objeto de salvajes matanzas en la creencia de que sus restos pueden atraer la suerte y la fortuna. La población que más sufre el azote de la intolerancia y la irracionalidad, los albinos, que experimentan una ausencia congénita de pigmentación en la piel que los convierte en extraños en su propia tierra, a pesar de que en África el albinismo sea cuatro veces mayor que Occidente, según los expertos, a causa de la endogamia. Esa falta de pigmentación en la piel, el pelo y los ojos, provocan que sufran graves quemaduras, ya que carecen de las defensas naturales necesarias contra la radiación del sol. A ello se suma la persecución fanática en base a creencias mágicas. Hace varias décadas en Tanzania se instaló una cruel superstición según la cual poseer un albino reporta grandes cantidades de dinero. Donde se cree también que poseer un amuleto hecho con alguna parte del cuerpo de un albino atrae la buena suerte.

Al parecer, quienes utilizan los macabros amuletos hechos con partes de la víctimas albinas, son los mineros de la más baja extracción y los pescadores que faenan y viven a las orillas del lago Victoria, quienes, muy pobres, suelen recurrir a rituales de superstición para obtener más capturas. están convencidos de que el pelo de los albinos atados a sus redes harán que pesquen más peces. Aunque no es algo que hagan ni mucho menos, todos los habitantes. No obstante casi cada pueblo cuenta con su propio hechicero que usa la medicina tradicional y la magia.


Precisamente uno de estos siniestros personajes que hacen pócimas y amuletos con restos de las víctimas, Maasai Lulalula, hechicero de Samgarema, llegó a afirmar a las cámaras que estaba convencido que los miembros de los albinos, con los ingredientes adecuados, sirven para fabricar una poción mágica para que a una persona le vaya bien en su negocio. Aunque incide en que él lo que hace habitualmente es "curar a personas". A pesar de la sentencias contra los traficantes de órganos por magia negra, las noticias sobre estos brutales sucesos siguen produciéndose. En febrero de 2015, el diario francés Le Monde se hacía eco de otro macabro hallazgo por las autoridades tanzanas: el cuerpo de un bebé de apenas dieciocho meses con todas las extremidades amputadas que había sido secuestrado tras apuñalar a su madre. Aunque el caso de los albinos es el más notoriedad ha tenido en los últimos años gracias al llamamiento internacional para socorrerlos, lo cierto es que la brujería en África es una realidad que toma muchas formas. Además de la acusación de que quienes han extendido el ébola están malditos, la creencia el el poder mágico tiene nefastas consecuencias en relación a distintas afecciones. En algunas remotas regiones del Congo y Angola se acusa a los niños de provocar cualquier enfermedad o desdicha familiar, acusándoles de brujos, causa de una autentica tragedia social: según Save the Children, en Kinsasha hay unos 30.000 niños en la calle, abandonados por sus familias tras ser acusados de brujería. Fue la misma ONG la que informó de que una caída del precio de los diamantes en las minas congoleñas de Mbuji-mayi desencadenó el abandono de cientos de niños acusados de causar la desgracia.


Los casos son masivos: en el año 2000 se informó del caso de un niño apuñalado tras ser acusado por brujería y el de una mujer de Lulanda que le quemó los ojos a su hija de 12 años "para librarla de lo que pensaba eran visitantes demoníacos"; mientras que un padre inyecto ácido de baterías en el estomago de su hijo, también de 12 años, temeroso de que fuese un brujo.

Historias similares suceden en distintos puntos del continente negro. En febrero de 2013, la BBC se hacía eco de la tragedia de una mujer que moría quemada en un pueblo de Papúa Nueva Guinea. La víctima, de ta solo 22 años, fue acusada de matar al hijo de una vecina con prácticas de hechicería en el pueblo de Muont hagen, lo que provocó que fuese rociada con gasolina y abrasada por familiares de la joven y otros miembros de la comunidad. Al norte de Ghana existe un campamento de refugiados donde viven al menos 1.000 mujeres que han sido acusadas de brujería. Lejos de saberse protegidas, se sabe que eran forzadas a pagarle tributos al hombre que vigila el campamento. Aunque no sólo sucede en África. También en Sudamérica se han reportado casos de crímenes basados en la magia negra, y en Turquía: en septiembre de 2012 una colombiana señalada como bruja era quemada hasta morir en un pueblo de Antioquía. India es otro país proclive a los crímenes -una suerte de sacrificios- de corte mágico.

En la España de finales del siglo XIX y principios del XX gozaron de éxito los denominados "Sacamantecas" que, como el Vitoriano Juan Diaz de Garayo, utilizaba la sangre de pequeños infantes y su grasa para realizar pociones que, creían, curaba la tuberculosis de la gente adinerada por grandes sumas de dinero, como también hacía Enriqueta Martí, la "Vampira de Barcelona", en la ciudad Condal a principios del siglo pasado. Hoy sucede algo similar, aunque mucho más extendido, en varios países, y no podemos cerrar los ojos ante ello.



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