Si yo muevo algo aquí, es muy posible que algo se traslade de allá. Si siembro pepitas de melón...no recogeré cerezas, y si siembro vientos, no obtendré un tiempo en calma, sino probablemente tempestades. Por el contrario, esto ya lo sabíamos hace siglos. Algunos nuevos divulgadores de los últimos años solo han amplificado las antiguas pero hoy muy re-actualizadas leyes espirituales que han funcionado toda la vida. El Kybalión nos dice <<Lo que es arriba es como lo que es abajo>>. Y los expertos en chamanismo, Kabbalah, teúrgia, wicca...nos han estado contando siempre que el <<efecto boomerang>>, de manera sorprendente parece existir. Todo vuelve. Toda acción produce una reacción. Y el pensamiento es parte inevitable de ello.
La psicología moderna nos recuerda que una emoción o una creencia generan una conducta, y ésta, a su vez, otra similar que parece amplificar la original. La violencia atrae más violencia y el amor, a su vez más amor. Las tradiciones energéticas nos han revelado que el canalizador o mago -como queráis llamarle- no temperamental no existe, y que esas emociones y su intención forman parte de la capacidad que parece ejercer el imán, donde <<lo semejante atrae siempre lo semejante>>. Sobre esto último, el famoso antropólogo Georges Frazer insistía en 1890 en la capacidad de envolvernos de las tradiciones basadas en la empatía y las metáforas.
Los primitivos crearon el arte porque al dibujar distintos tipos de animales en las paredes de las cuevas, esperaban atraer la atención de los Dioses que los dominaban. De hecho, el baile ritual servía para generar estados alterados de conciencia que también atrajeran y llamaran la atención de los Dioses o Guías, para que estos les concedieran sus favores. En este sentido, todos formamos parte de la red que nos envuelve en los arquetipos. El rojo es símbolo, entre otros, del fuego y el calor, así que una vela roja atraerá energía o pasión. El azul es color del cielo protector, pero también del Techo Universal donde está la divinidad, así que este tono genera la sensación de relajación, que inevitablemente sentiremos si nos acostamos para dormir rodeados de este símbolo.
Decir que no creemos en el aire porque no lo vemos es una estupidez, porque obviamente estamos vivos gracias al mismo y, por lo tanto, notamos sus efectos. Igualmente nuestros pensamientos y acciones crean consecuencias en este mundo y en el otro. En esta vida y en la siguiente. ¿No os ha sucedido que un día que algo sale mal, otras cosas también parecen salir mal? Semeja que hay un efecto de caída de naipes donde una carta termina tumbando a las siguientes. <<Algo>> crea correspondencias con <<algo>> y la energía negativa parece estar operativa de forma paralela en cualquier cosa que toquemos. También sucede lo contrario. Cuando desencadenamos una buena acción... de repente parece que la suerte y la fortuna se manifiestan de mil maneras de forma encadenada y simultánea. como si un efecto realmente activara a continuación otro similar. ¿No les suenan familiares estos ejemplos?
Existe una ley de la gravedad que no podemos eludir, pero esta red de correspondencia y semejanza es absolutamente real. Se trata de una ley de atracción. Puede que no creas en ella, pero ella si cree en ti, puesto que todos estamos permanentemente bajo sus efectos. Y como esto realmente funciona así, debes vigilar tus pensamientos y acciones, porque probablemente de ellos depende tu felicidad y prosperidad personal en esta vida...Y tal vez en la próxima reencarnación.
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